Y por mi parte reflexionó… Si el sonido del viento en el aire, cual golpea el rostro para quien ande por ahí, en la extensión del campo, es la señal de estar en tránsito en vida. Si ese sonido vivo y ausente de habla alguna se mezcla con el óxido que tiñe de presente a todo lo que ha sido pasado. Si el brillo del trigal intenta llegar al iris para modificar nuestro rostro. Si todo eso ocurre en un paraje, sobre piernas que nos sostienen y pecho al viento, pues entonces quiere decir que el viaje es largo y perpetuo, haciendo de estas instancias de aliento y regeneración. Bajo una tibia comprensión, que nos alimenta el alma. Nos da paz y resguardo, de nosotros mismos y nuestra visión.
Muy lindo Andrés, y muchas gracias por compartir tu viaje con Kay Pacha 🙂